25 de marzo de 2013

UN DÍA PERFECTO



En el día más maravilloso de todos, no existiría el rencor ni los celos y por la mañana ella lo estrujaría entre sus brazos, susurrando un “buenos días, mi amor” que haría tambalear los cimientos del edificio.
En el día más perfecto de todos, no habría necesidad de acudir al trabajo y tras un desayuno saboreado como si del último deseo antes de morir se tratase, se irían de compras cogidos de la mano comentando lo entretenida que había sido la película del día anterior.
En el día más encantador de todos, se buscarían con la mirada como un niño que, temeroso del mundo a su alrededor, sujeta con fuerza el brazo de su madre y no la pierde de vista. Su compañía sería para siempre, pues así lo delatarían sus besos y sus abrazos.
En el día más feliz de todos, volverían a casa con muchos regalos y bolsas repletas de comida. Él se pondría a preparar la cena, mientras ella se estaría probando ese vestido negro que tanto habían buscado. Ni el espejo más perfecto sería capaz de reflejar tanta belleza.
En el día más sincero de todos, sus “te quiero” arrancarían pedazos del otro corazón; se acostarían temprano, sin mirar siquiera la hora, para hacer el amor convencidos de que toda la pasión concentrada sobre la cama sería capaz de congelar el tiempo.
Pero el día más bonito nunca ha llegado y de tanto llorar él se ha convencido de que el mar es salado porque lo componen sus lágrimas. No puede aspirar a tanta felicidad, porque ni se le permite observarla a través del ojo de la cerradura, en ese cuarto inaccesible en el que la tristeza la ha encerrado. No tendrá casa, ni regalos, ni nadie que le discuta argumentando que esa camisa no va bien con ese pantalón nuevo, ni “buenas noches”, ni por supuesto “buenos días”.
Por eso, muchas veces sueña con ese día tan magnífico como irreal y piensa que sin ella no vale la pena vivir en este Universo. Un enorme vacío de galaxias, estrellas y materia oscura que solamente detiene su expansión cuando ella respira a su lado.

20 de marzo de 2013

TE REGALO UNA SONRISA








                                                                                 YO AÑADIRÍA TAMBIÉN A LA ÚLTIMA          CONEXIÓN DEL WHATSAPP...


6 de marzo de 2013

A SU LADO


Había aprendido a manejar sus sueños para que apareciese en ellos cuando la echase de menos: tal era la habilidad que consiguió desarrollar a base de recordarla, de repasar mentalmente cada una de sus facciones, de mantenerla presente cada día de su vida. Tenía muchos motivos para no olvidar a la mujer que le había hecho feliz y conservaba grandes esperanzas de que siguiese formando parte de su futuro, porque no era capaz de imaginarse otro año sin ella a su lado. En cambio, la realidad se empeñaba en demostrarle que iba a ser muy complicado revivir aquellos momentos compartidos; una época imborrable que bullía incansable en su mente, a pesar del tiempo recorrido por el solitario camino de la nostalgia.

Los meses en soledad pasaban lentos y ella se mantenía siempre presente en sus pensamientos: cuando se levantaba, en el coche al escuchar esa canción tan especial, al revisar el menú del restaurante, cuando veía una película o leía un libro… Había tantos momentos que reactivaban sus recuerdos, que no acertaba a diferenciar lo real de lo ficticio. Ya iba siendo hora de asumir la realidad y poner los pies en el suelo; era el momento de afrontar que ella no iba a volver. Mientras se vestía, vino a su mente la imagen de su rostro, sonriente y lleno de vida: un compendio de expresiones que conformaban una imagen alegre, aderezada por su tierna manera de acariciarse el pelo cuando se concentraba en algo interesante. Podía completar una colección de sonrisas en una sola tarde, con la seguridad de compartir con todo aquel que participase en su conversación la pasión y el interés que demostraba por el tema más inverosímil. Sin darse cuenta, estaba de nuevo colgado de su añoranza…

Salió del garaje y mientras conducía calle abajo contempló la cafetería en donde su primer beso dejó una cicatriz imposible de reparar. En aquella mesa, ante un par de cafés y una hora de conversación, se asomó a su mirada y comprobó que compartían los mismos sueños. Esa misma noche descorcharon el deseo y se bebieron mutuamente entre caricias y gemidos. A partir de ese día fue prisionero de su cariño, mientras trataba de alcanzar las estrellas desvelado por sus besos. Ahora parecía encontrarse a años luz de ese universo de afecto y pasión, navegando sin rumbo camino a un lugar desconocido.

Tras un breve paseo enzarzado con el silencio llegó frente a la lápida que arrojaba las dos fechas obligatorias en la vida de cualquier ser humano. Hubiera cambiado sin dudarlo su nombre por el que estaba esculpido en aquella piedra, fría y oscura. Hubiera padecido mil veces más dolor que el que ella sufrió durante su mortal enfermedad. Se hubiera arrancado la piel a tiras si con ello pudiera conseguir que estuviera de nuevo allí, regalándole un abrazo… Pero nada de eso iba a cambiar esa realidad que gritaba sigilosa, vomitando el hecho de que ella se había ido para siempre.

Con las manos temblorosas depositó un pequeño ramo de flores, acompañado por un beso, que contenía en su interior todo el amor que había acumulado durante ese año en el que los ojos se le habían llenado de lágrimas; unas lágrimas llenas a su vez de rabia e impregnadas de un sabor a pérdida y a fracaso. Un sentimiento dañino e invencible, desde el que el otoño se había llevado su sonrisa, transformando su vida en un invierno permanente y desolador.  

3 de marzo de 2013

ELOGIO DE LA LENTITUD



Carl Honoré (Escocia, 1967) es un escritor, periodista y comentarista afincado en Canadá, gran defensor del movimiento slow. Ha escrito en un gran número de diarios y revista, entre ellos The Economist, The Observer y NationalPost. Su primer libro, Elogio de la lentitud, se ha traducido a 30 lenguas y es todo un éxito de ventas. Aquí os dejo el enlace para los que quieran leer un fragmento de este libro, pero este párrafo me ha llamado la atención especialmente:



"Rápido equivale a atareado, controlador, agresivo, apresurado, analítico, estresado, superficial, impaciente y activo; es decir, la cantidad prima sobre la calidad.
Lento es lo contrario: sereno, cuidadoso, receptivo, silencioso, intuitivo, pausado, paciente y reflexivo; en este caso, la calidad prima sobre la cantidad. La lentitud es necesaria para establecer relaciones verdaderas y significativas con el prójimo, la cultura, el trabajo, la alimentación..., en una palabra, con todo.
La paradoja es que la lentitud no siempre significa ser lento. Como veremos, a menudo realizar una tarea con lentitud produce unos resultados más rápidos. También es posible hacer las cosas con rapidez al tiempo que se mantiene un marco mental lento. Un siglo después de que Rudyard Kipling escribiera acerca de mantener la cabeza en su sitio, mientras cuantos te rodean pierden las suyas, la gente está aprendiendo a mantener la serenidad, a conservar un estado de lentitud interior, incluso mientras se apresuran para terminar una tarea en la fecha fijada o llevar a los niños a la escuela sin ningún retraso"

A veces tenemos que tomarnos las cosas con más calma, algo en lo que también me incluyo, pues la frase más utilizada en nuestro día a día es siempre algo parecido a "no tengo tiempo...", "voy fatal de tiempo...", "no me va a dar tiempo..." 

Hay una frase de Frida Kahlo relacionada con este tema que también quiero incluir en esta entrada, para reflexionar al respecto: "Cada tic tac es un segundo de la vida que pasa, huye y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es solo saber vivirla. Que cada uno lo resuelva como pueda"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...