Despierto en plena madrugada con
el peso de mis recuerdos sobre la cama, cuando toda la casa respira silencio y
apenas se oyen las gotas de lluvia que pintan trazos húmedos en mi ventana. Tu
ausencia perfuma la habitación y yo trato en vano de desprenderme de una
soledad que me agrieta el alma a cada minuto, aplastando mi sosiego al invocar
tu último abrazo.
El tiempo se ha quedado
suspendido entre las sábanas, inmovilizado por la pasión que inundó las horas
de la noche anterior. Sigo recordando el deseo que se desprendía de tu mirada,
que me devoraba el alma segundo a segundo, mientras susurrabas un “te quiero”
con cada beso. Consumimos la noche a bocados, mordisqueando su quietud con
jadeos y frases entrecortadas, hasta que el cansancio se adueñó de nuestros
cuerpos, para compartir sueños y esbozar futuros entrelazados.
La tormenta es cada vez más
intensa y no se me ocurre otra cosa que no sea recorrer tu cuerpo, trazando con
mi lengua caminos al azar que cruzan tu geografía de punta a punta. Y mientras,
dosificas tus caricias para incrementar mi fragilidad, al tiempo que tu voz me
posee y de tus labios se desprende un “eres mío” que destroza mis miedos y me
transporta lejos, muy lejos, en una montaña rusa de emociones atropelladas.
Vuelvo a recostarme con los ojos
cansados de no respirar tu sonrisa, de no poder recurrir a tu boca, de no ser capaz de descifrar el sensual lenguaje de tu cuerpo desnudo. Tras un último vistazo al
reloj y a la ventana, desde la que se contempla la quietud de una ciudad que nunca
duerme por completo, trato de recuperar las horas de sueño que has robado de mi
cama. Un lugar que todavía no se ha repuesto de la agotadora batalla que
compartimos durante la noche anterior; una lucha descarnada y ardiente, en la
que nuestras pasiones dejaron un único prisionero, mi corazón, que ahora vive
la felicidad alojado bajo la protección de tu pecho.
Hoy te esperaré ansioso, rebajando
cada segundo hasta el momento de tenerte de nuevo al alcance de un suspiro, para
dibujar trazos de ardor bajo tu ropa y sincronizar nuestros latidos traspasando
el límite de velocidad que marquen las curvas de tu cuerpo. Hoy volverás al que
siempre ha sido tu refugio, tu guarida: hoy volverás a mí…
2 comentarios al respecto...:
Alguien dijo una vez: "El AMOR es el poder iniciador de la vida; la pasión posibilita su permanencia".
Si hay algo que tengo claro, es que el AMOR y la pasión son inseparables.
No entiendo la una sin la otra.
Es cierto que en toda relación, el comienzo siempre es más pasional y que con el paso del tiempo esa pasión ya no es tan intensa, pero sigue ahí y de vez en cuando aflora, para recordarnos que sin ella el AMOR no es lo mismo.
Y es que como dijo una vez Jacinto Benavente: "Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas... ¿Que valdría la vida?".
Mi canción: "Love is a Mystery" de Ludovico Einaudi.
http://www.youtube.com/watch?v=zNLCbxBr-uc
Yo también creo que el amor y la pasión caminan juntas de la mano, a pesar de que con los años sigan en la misma dirección pero a diferente velocidad... Lo que hay es que tratar de que no se distancien demasiado una del otro, pero eso está en nuestras propias manos...
Gracias por las frases y por la música: me ha encantado.
Un abrazo!
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