16 de julio de 2012

CON OTROS OJOS

Anuncio merecedor de un Sol de Oro en el Festival Iberoamericano de la Comunicación Publicitaria El Sol 2012. Estoy de acuerdo: a veces es recomendable mirar el mundo con otros ojos. Entre la desoladora realidad que nos rodea en estos tiempos, es bueno saber que quedan personas que todavía creen en sí mismas y en el resto de la raza humana. He querido colgar este vídeo en el blog por la sensación de "buenrrollismo" y positividad que aporta. Cuando lo has visto, te das cuenta que se te ha quedado enganchada una sonrisa en tu expresión... Motivo suficiente como para querer compartirlo con todos vosotros.  

 

13 de julio de 2012

INSOMNIO


Hoy he vuelto a levantarme tarde. Pasan los días y este círculo vicioso en el que me sumerjo es cada vez más profundo. Me estoy acostumbrando de un modo muy peligroso a vivir hasta altas horas de la madrugada, sin que el sueño aparezca ni siquiera para acariciarme con su mano pesada y cálida. Las horas transcurren silenciosas, con una calma ficticia que me envuelve y no deja de amenazar cada minuto que paso con la mirada perdida en tu foto.
De una manera o de otra, mi porción de horas desconectado del mundo se vuelve más pequeña día a día. Ni siquiera el cansancio o el aburrimiento son capaces de transportar mis huesos hasta el dormitorio: demasiados recuerdos encerrados entre esas cuatro paredes, con tu olor incluido tapizando cada centímetro de la habitación. Me obligo a subir las escaleras y atravieso la puerta con la luz apagada. Desganado, consigo recostarme sobre la cama y miro el reloj de nuevo; es la séptima vez en tres minutos. Parece que el tiempo se haya detenido con la puesta de sol y tras ella, la noche consiga ralentizar los minutos. Relatividad lo denominan algunos… Todavía sigo despierto y ya se escuchan de fondo los primeros cánticos de los pájaros más madrugadores; en el fondo me ayudan a concentrarme en conseguir mi objetivo.
Cuando el cuerpo no aguanta ya tanta vigilia, los ojos claudican y la mente me arrastra hacia el mundo del inconsciente. Allí donde los sueños establecen su campo de batalla. Allí donde te puedes encontrar con el peor de los monstruos como protagonista de una pesadilla que te atrapa entre sus garras, embebiendo tu piel en sudor frío, para despertarte de modo súbito cuando ya todo parecía no tener remedio. En mis cortas noches desde que te has ido, apenas he sido capaz de soñar despierto imaginando que seguías apreciando mis caricias.
Es curioso que recordemos de manera tan vívida lo que sucedía un segundo antes de ese sobresalto en medio de la oscuridad; si uno consigue conciliar el sueño de nuevo, cuando vuelve a despertar no lo tiene ya tan presente. Como si una brigada mental interior se encargara de borrar esos recuerdos nocivos que interesa extraer cuanto antes de la psique. Lo cierto es que no siempre son perjudiciales. A veces también volvemos a la realidad en el momento de mayor gozo y disfrute durante un sueño placentero. La conclusión es que, en ambos casos, una mano invisible aprieta el gatillo que dispara la bala que nos hace despertar. Una bala protectora, en este caso.
Ni que decir tiene que no pongo el despertador para que suene a alguna hora en concreto. Mi propio ritmo corporal se encarga de abrir un ojo y comprobar que de nuevo se ha hecho muy tarde para tomar el primer café de la mañana. Desperezarse da una pereza espantosa y con un cigarrillo se encienden también las ganas de ponerse en marcha de nuevo.
Y así día tras día. Días largos y noches cortas, que me han ido convirtiendo en una caricatura de mis mejores  momentos a tu lado. Un insomne con pocos reflejos que tiene marcada a fuego en su expresión la falta de descanso. Esa misma expresión demacrada y ojerosa que me suplica desde el espejo todas las mañanas y todas las noches para que vuelvas.          

9 de julio de 2012

TODO ES MÚSICA


Es raro hasta para eso: todavía sigue despertándose por la mañana con el sonido de la radio... La música está presente a todas horas en un día cualquiera de su convencional y nada sorpresiva existencia. Os lo digo yo, el duendecillo que habita sin que él lo sepa dentro de su oído: no me queda más remedio que escuchar conversaciones, ruido ambiental y, por supuesto, toda la música que oye a lo largo del día. Permitidme que os haga un resumen de la lista de canciones que han pasado por su cerebro durante la jornada de hoy.
En primer lugar, lo dicho: se levanta temprano porque la radio-despertador aumenta su volumen de manera gradual. Hoy lo ha hecho mientras sonaba de fondo We are Young (Fun ft. Janelle Monáe) Con el cuerpo todavía desorientado y los ojos entreabiertos, se dirige al baño y monta el móvil sobre los altavoces portátiles, para escuchar algo mientras se afeita y se ducha. Yo seguía también un poco adormilado, así que solamente me ha dado tiempo a identificar Drive by (Train) y This boy (James Morrison)
No desayuna hasta llegar a su trabajo. Un par de prendas de ropa y unos zapatos más tarde baja al garaje y mete la llave en el contacto del coche; la radio se queda encendida desde el día anterior, con lo que el motor y la música comparten decibelios nada más iniciar la marcha. No es un trayecto muy largo pero a él le gusta activarse mientras conduce, para empezar el día con ganas, escuchando algo un poco más intenso: Miss that pussy (Lloyd ft. Lil Wayne) y Hang it up (The Ting Tings) han sido las más destacadas de su elección matutina.
La “oficina” en la que desarrolla su labor mantiene un hilo musical continuo que consigue que sus oídos no puedan desconectar de su pasión: música variada, de todos los estilos e intérpretes. Afortunadamente para mí, su mente es selectiva y entre las obligaciones del trabajo, los compañeros y la concentración requerida, llegan solamente a mis dominios algunas melodías; esta mañana he sido testigo sonoro de varias, pero ahora recuerdo Black Gold (Esperanza Spalding), Absolutamente (Fangoria) y la versión acústica de Everlong (Foo Fighters) El ecléctico sonido de la jornada da paso a un descanso para el almuerzo, en el que me relajo con el runrún de fondo de alguna conversación banal, únicamente interrumpida por la melodía de su móvil, que como os podéis imaginar también tiene notas musicales: Starlight (Muse)
La tarde suele ser más aburrida pero se pasa rápido. El hilo musical sigue envolviendo cada paso y cada decisión, pero la atención hacia el mismo se atenúa por el cansancio y la modorra. De todos modos, siempre me llevo algún "susto" agradable que me sirve para espabilar y continuar alerta, tal y como ha ocurrido hoy con You shook me all night long (AC/DC) A eso de las siete las luces se apagan y toca volver a casa, no sin antes exprimir un poco más el cuerpo con una visita al gimnasio.
En el coche, de vuelta, la situación no varía un ápice. A esa hora apetece una u otra cosa, según el día haya ido mejor o peor. Saltando de emisora en emisora, hasta encontrar algo satisfactorio. Radioactive (Kings of Leon) y Blackstar (Carlos Jean ft. Ferrara) han sido las únicas que he escuchado enteras... Me he despistado un momento y ya estábamos sobre la cinta de correr, en un gimnasio en el que la música ambiental no interesa, por repetitiva y machacona; ahí es donde tira de iPod para aguantar el esfuerzo físico y aislarse del mundo, con el botón de “aleatorio canciones” activado dejando que el aparato seleccione lo que le apetezca: Tighten up (The Black Keys),  Cherry Lee (Dover), Lounge act (Nirvana) y Fortune faded (Red Hot Chili Peppers) consiguen que se olvide de la fatiga y dan ánimos para continuar hasta el final.
Llegamos a casa deseando terminar el día relajados, disfrutando de una buena cena.  La cocina es un buen lugar para escuchar, de fondo, algún tema mientras prepara algo para la que será la última comida del día. Consigo relajarme con regalos como Happy pills (Norah Jones) y The story of the impossible (Peter Von Poehl) hasta que se sienta en el sofá y la televisión nos acompaña con su banda sonora hasta la hora de acostarse. No, en contra de lo que podáis pensar, no suele haber música ahora, salvo alguna que otra cancioncilla que se cuela en la publicidad. Pero siempre queda para el final alguna melodía, que tararea distraído, mientras se cepilla los dientes antes de caer rendido en la cama; un fin de fiesta que hoy ha sido para Bocas prestadas (Marlango)
Y así pasa nuestro protagonista el día… y así me lo hace pasar a mí. Creo que no sería capaz de vivir sin disfrutar de la compañía permanente de la música, que está presente, lo queramos o no, a cada paso de nuestra fugaz existencia.
Espero que os haya gustado la selección musical de hoy. Mañana será otro día; similar a éste en hábitos, costumbres y horarios. Pero seguro que la música lo hará diferente…

7 de julio de 2012

PILLADO


Lo sabe. Sé que me ha visto entrando el otro día en el portal, con la cara marcada por la culpabilidad y el olor de la prisa rodeando mis torpes movimientos. Nada de lo que ocurre en este desvencijado edificio escapa a su mirada; un Gran Hermano con ojos de portera cotilla que escudriña de manera inquisitoria, desde su pequeño cuartucho bajo el rellano, a todo aquel que ose a cruzar la puerta metálica que separa, cual frontera de hierro, la calle de su territorio: esa zona oscura y estrecha, coronada por un deteriorado cartel en el que todavía se intuye la palabra “PORTERÍA”, desde la que Doña Asunción controla los tejemanejes del inmueble.  
Ningún vecino recuerda cuándo comenzó a ejercer su labor. Don Ramón, el abogado del 2º Izquierda, afirma categórico que es más vieja incluso que el propio edificio… Lo cierto es que está siempre ahí, día tras día, con la desconfianza como tarjeta de presentación y un gesto huraño que no invita precisamente a la charla. El portalón oxidado actúa como su alarma particular; chirría desesperado cada vez que alguien lo abre o lo cierra, delatando sin remedio el acceso de cualquier visitante. Entonces, como impulsada por un resorte, asoma su pequeña cabeza por encima del mostrador y supervisa el espacio mal iluminado que se extiende hasta la puerta del ascensor, tratando de identificar si el “invasor” pertenece a la comunidad o se trata de un extraño, sin registro previo en la base de datos de su cerebro.
Yo estoy “fichado” desde aquella tarde de Julio del pasado año, en la que mi balón alcanzó el cristal de su ventana, haciendo añicos la diversión con la que nuestra pandilla consumía las tardes de calor en plenas vacaciones estivales. Utilizábamos la pared del edificio como improvisada portería de fútbol, pintando con tiza blanca un larguero y unos postes imaginarios. En medio de un remolino de polvo, piernas y gritos, uno de nosotros conectó un balonazo que impactó de lleno en la única ventana de la otra portería, la de Doña Asunción. Ésta, al escuchar el estruendo de los cristales rotos tintineando nerviosos sobre las baldosas, salió a la calle como poseída por cien demonios con un único objetivo: estrujar entre sus huesudas manos al irresponsable deportista, responsable de aquel disparo a gol desviado con tanta puntería. La mala suerte quiso que en ese momento solamente yo, portero ocasional (paradojas de la vida…) y por consiguiente único inocente de la masacre, me encontrase al alcance de su mirada. Corrí cuanto pude calle abajo, pero ella sabía que tendría que volver tarde o temprano a mi casa.
Ya había anochecido cuando retorné al lugar del crimen. No tardé en averiguar que mis padres, a la sazón vecinos del 7º Derecha, ya habían sido informados por la damnificada, con todo lujo de detalles, de la última trastada de su hijo menor.
Desde ese día nada es igual entre nosotros. La mirada nos delata cada vez que nos cruzamos en el portal. Pero hoy he notado que lo sabe… Sé que sospecha la verdad. Lo que me tranquiliza es que nunca podrá demostrar que he sido yo el que se ha meado delante de su puerta.
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