20 de mayo de 2011

A MI GRAN DESCONOCIDO

Este relato está relacionado con el de la entrada publicada en fecha 22 de Abril de 2011 en este mismo blog, titulada "A mi gran desconocida" Sería interesante que la leas (si no lo has hecho ya, haz click  aquí) antes de comenzar con lo que he escrito bajo la foto. En cualquier caso, espero que te gusten...

Ayer viajé sin tu compañía en mi trayecto de todas las mañanas hacia el trabajo. El vagón de metro en el que solemos coincidir estaba más triste que de costumbre; seguro que, al igual que yo, te echaba de menos. El mundo se concentra en esos escasos 25 minutos que compartimos a corta distancia y en silencio hasta que me bajo en mi parada. Ni siquiera sé si alguna vez has reparado en mi presencia, pero yo sigo cada uno de tus movimientos entre toda esa gente que, con caras serias y medio dormida, comienza su jornada desde tan temprano.
Cuando entras, ya llevo un rato a solas con un par de estaciones recorridas; espero con ansia que un asiento cercano al mío esté libre, para que tenga la oportunidad de tenerte cerca o, al menos, bajo mi ángulo de visión. Entonces, cuando compruebo que esa mañana la suerte se ha despertado sobre mi cama, te sitúas frente a mí, o a un lado, con ese aire serio y concentrado que dejas entrever, oculto tras tus gafas de marca. Y deseo que suene el silbato que anuncia el inmediato cierre de las puertas y que el tren acelere lo más pronto posible, para ocultar con su grito metálico el sonido de los latidos de mi corazón, que trata de llegar antes que yo a mi destino; incluso he llegado a ruborizarme pensando en que puedas escuchar el rítmico tono de mis válvulas cardiacas, que de nuevo se someten al mando implacable de la adrenalina. Pero no ha sucedido: tu mirada se pierde y busca el exterior de la ventanilla… Al menos puedo disimular un poco más contemplando tu reflejo en el cristal iluminado.
Como te decía, hoy te he extrañado y debido a tu ausencia, mi imaginación ha desplegado sus alas. Seguro que olvidaste entre el cansancio activar la alarma de tu despertador, o has pasado una noche en brazos de la fiebre y hoy no puedes acudir a tu trabajo… o simplemente hoy es tu día libre o el inicio de tus vacaciones. En cualquier caso, no he podido evitar una sensación de abandono que me ha acompañado a lo largo de la mañana.
Estoy convencida de que contigo no valen los prejuicios, pero a la luz de tu aspecto y tu comportamiento me gusta jugar a diseñar tu existencia y las circunstancias que te rodean; sé que son conjeturas basadas en muy pocos datos, pero me entretengo y al mismo tiempo sigues presente en mi cabeza: eres educado, prudente y no te alteras con facilidad. Seguro que en tu trabajo eres muy apreciado por tus compañeros, si es que los tienes. Te imagino de profesor, pero no sabría decir qué impartes o qué enseñas. Vuelves a casa tarde y te relajas con algún clásico que te ayuda a desconectar. Mahler, por ejemplo. Y mi lado hormonal me quiere convencer de que no compartes tu vida con nadie. Bueno, al menos no en este momento…  
He decidido que mañana dejaré mi cobardía encerrada en el armario. Entrarás alterando el campo gravitatorio de mi espacio personal y, tras ofrecerte la mejor de mis sonrisas, te preguntaré tu nombre e intentaré entablar una conversación antes de que el vacío estelar atenace mi garganta. Está claro que el truco de lanzar al aire mi dirección de correo electrónico no ha tenido la respuesta que yo esperaba; ayer quemé las pestañas bajo el resplandor de mi portátil esperando un correo con nombre desconocido… Porque esto que ahora escribo en mi diario, hoy más que nunca, está destinado a que un día puedas leerlo cobijado al calor de mi mirada. Hasta que llegue ese momento, apenas aspiro a conocer el tono de tu voz y esperar, como me asegura una vez tras otra la voz que escucho desde mi optimista conciencia, que mi imagen haya estado ocupando algún minuto de tu vida. Esa vida que nos hace promesas que después no cumple… Te confieso que soy una privilegiada: a mí me había prometido que pronto conocería a alguien que cambiaría de manera radical mi vida. Y ya lo ha cumplido.    

2 comentarios al respecto...:

Anónimo dijo...

Chica,

olvídate de amores platónicos y de hombres que no conoces, apúntate a una clase de Batuka.... o mejor, ¡¡DE ZUMBA!! y disfruta de la vida "rabiosamente", jaja

http://www.youtube.com/watch?v=6sAq1GK2JL0&feature=fvwrel

MIGUEL DÍAZ dijo...

Gracias por el consejo! Se lo voy a decir, a ver qué opina (es que creo que la conozco y sé qué linea de metro coge todas las mañanas ;-)

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