3 de diciembre de 2010

OTROS TIEMPOS

He encontrado en la Red un texto con el que me he sentido identificado casi en su totalidad. Sin recurrir al tópico de que "cualquier tiempo pasado fue mejor", no deja de ser cierto que tuvimos una infancia distinta a la que ahora disfrutan nuestros hijos. Valorar si fue mejor o peor corresponde a cada uno, según sus vivencias y status personal. Pero si perteneces a ese grupo que ha sobrepasado ya los 35, no puedes evitar que se escape una sonrisa al leer estas frases; incluso acudirán a tu recuerdo imágenes grabadas a fuego de tus tiempos infantiles en alguna de las situaciones que nos relata. A mí desde luego me ha ocurrido y siento pena por el hecho de que, por ejemplo, mis hijos ya no puedan volver a jugar en la calle con la pandilla de amigos como hacíamos antes (a nadie se le ocurre ahora semejante barbaridad...) Tendrán infinidad de opciones de ocio que nosotros no disfrutamos en nuestra época, pero a costa de pagar un alto precio en cuanto al modo de relacionarse con los demás... Estamos creando, ayudados por el avance tecnológico, nuevas generaciones de individuos autosuficientes y cada vez más egoístas. Cerramos el círculo en lo referente a las relaciones interpersonales y eso lo viven tus hijos desde muy jovencitos. En relación con esto, el video de hoy no trata de amedrentar a nadie, pero es un "directo" a la mandíbula para las conciencias de todos los padres que en algún momento hemos pensado que no le estamos proporcionando a nuestras criaturas la mejor de las educaciones posible. Me ha dejado sin palabras durante unos minutos (hasta la música te invita a reflexionar...) 




MIRANDO ATRÁS

(Reflexionando sobre aquellos años… Este texto está dedicado a las personas que nacieron entre 1950 y 1975)

La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir… a nuestra infancia. Y aquí estamos, sanos y salvos!
Porque fuimos la generación de la "espera"; nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando. Teníamos que hacer "dos horas de digestión" para no morirnos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar (?), nos dejaban en ayunas toda la mañana del domingo hasta la hora de la comunión para... todavía no sé para qué, los dolores se curaban esperando, "aguantaformo" se llamaba.
Pero... Mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad y sin airbag. Hacíamos viajes de 10-12 h. con cinco personas en un 600 y no sufríamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.
Andábamos en bicicleta sin casco, eso sin contar con que hacíamos auto-stop. Más tarde en moto, sin papeles y no la habíamos robado.
Los columpios eran de metal y con esquinas en pico y jugábamos a "lo que hace la madre hacen los hijos", esto es a ver quién era el más bestia. Pasábamos horas construyendo nuestros carros de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos.
Lo mismo hacían los más afortunados con los coches de pedales, pero tampoco tenían frenos y les duraban 2 días. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema.
Jugábamos a "churro va" y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables.
Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosa de niños y se curaban con mercromina y unos puntos. Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos.
Tuvimos peleas y nos "esmorramos" unos a otros aprendiendo a superarlo. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.
Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos, "minis" o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada. Solo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
No tuvimos Playstations, Nintendo 64, vídeojuegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, ordenadores ni Internet. Nosotros tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos. Y jugábamos a las chapas, al trompo, a las canicas, al taco, al rescate, a la taba..., en fin tecnología punta. Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, y nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel ¡Sin ningún responsable!
¿Cómo lo conseguimos? Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol y comimos pipas y aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas. Bebíamos agua directamente del grifo, sin embotellar y algunos incluso chupaban el grifo. Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la "escopeta de perdigones", antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!! En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción de no ser escogidos para los partidos del recreo. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Qué horror, no inventaban exámenes extra!
Veraneábamos durante 3 meses seguidos, pasando horas en la playa sin crema de protección solar ISDIN 15, sin clases de vela, de paddle o de golf, pero sabíamos construir fantásticos castillos de arena con foso y pescar con arpón. Y ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, no en un chat diciendo ":-)" ":D" ": P".
Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si transgredíamos alguna ley, era inadmisible. ¡Ellos protegían las leyes! Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad y aprendimos a crecer con todo ello. No te extrañe que ahora los niños salgan medio gilipollas. Si tú eres de los de antes. ¡Enhorabuena! Perteneces a un -cada vez más exclusivo grupo- que tuvo la suerte de crecer como niños.
  

2 comentarios al respecto...:

Carlos Q. G. dijo...

Uff, qué recuerdos. Yo le abrí la cabeza a un amigo con una espada de madera, que resultó ser la menos dura de los dos elementos en colisión. lloré muchísimo por el incidente: principalmente porque era muy chula y se rompió. El padre del colega me persiguió una semana que yo permanecí encerrado en casa, lo cual, hizo sospechar a mis padres que, tras poco investigar en el pueblo, dieron con la clave. Una vez solucionado (con el padre), volvimos mi colega y yo a jugar a espadas... Para colmo, 30 años despues, me roncho cuando mis hijos cogen un palo de la calle: ¡Qué le vamos a hacer!, me da miedo que alguien como era yo se lo parta en su crisma... En fin, me ha encantado

Cristina dijo...

¿ Hay algién que recuerde ese cable "enrollado" hasta la saciedad y "estirado" al máximo de los telefonos de antes ?...como intentabas tener intimidad en tu popria casa,para que tus padres no escucharan tus conversaciones...
Ahora no sabemos ,ni sospechamos con quién hablan nuestros hijos...la amistad virtual es ahora lo que impera..
¿de verdad crees que es un avance ?
¿Donde ha quedado la empatía ?

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